Enfoques cooperativos; Hoy: La corruptela política
irrita, pero también la pasividad de los pueblos.
Por José Yorg, el cooperario.
“La
pasividad y la mansedumbre no implican bondad, como la rebeldía no significa
salvajismo”. Práxedis Gilberto Guerrero
“No
es en la resignación en la que nos afirmamos, sino en la rebeldía frente a las
injusticias”. Paulo Freire
Intercambiando ideas y también debatiendo en la
red social, se nos ocurrió consignar la
frase “Me tienen podrido los corruptos políticos pero
también y en la misma medida la gente indiferente ante la realidad que debemos
transformar”
Y luego, como siempre, a estudiar, a
profundizar esta problemática social: La indiferencia o pasividad de la gente ante
los quiebres democráticos, la declinación moral y ética del Poder Judicial, la
desidia de los legisladores y la hegemonía
del ejecutivo.
Es
cierto que se dan manifestaciones de insatisfacción social, no es menos cierto también
que son sectoriales o de corto alcance en el tiempo, la gente no adhiere a la
cultura de la persistencia quejosa, tan necesaria
ante el pisoteo de los derechos.
En
verdad que es éste una temática difícil, engorrosa y compleja. Pero tan
necesario como urgente debatirlo.
¿Cómo es posible que minorías postren a grandes mayorías?
Mecanismos y dispositivos institucionalizados
hacen su gran labor de embotamiento. Los medios periodísticos, los
entretenimientos, la radio, las culturas sumisas y todo tipo de comunicación social
embrutecen.
El neoliberalismo como cultura “del no se puede”
triunfó, pues la cultura de la derrota se construyó, incluso en destacados, otrora,
grandes luchadores sociales, algunos
incluso, alcanzaron las primeras
magistraturas de países.
En países largamente gobernados por dictaduras
como España, Paraguay y muchos otros se
observan claramente cómo mecanismos sutiles y violentos utilizados por los
gobiernos democráticos ponen en marcha componentes de estimulo-reacción en el
pueblo que rememoran así, en sus cabezas, viejos temores y se paralizan. La
juventud aún no posee suficientes
cohesión doctrinaria y gimnasia de disputa política y social.
En sociedades atravesadas por el individualismo,
la mezquindad y la indiferencia social
no pueden fructificar los valores y principios cooperativos. Donde la
participación en los asuntos de todos no se construye es difícil arraigar hábitos y costumbres
democráticas reales.
Mariano Moreno (1778 - 1811) nos alertaba desde
La Gaceta de Buenos Aires: “En todo
tiempo ha sido el hombre el juguete y el ludibrio de los que han tenido interés
en burlarse de su sencilla simplicidad.
Horroroso cuadro, que ha hecho dudar a los filósofos, si había nacido sólo para
ser la presa del error y la mentira, o si por una inversión de sus preciosas
facultades se hallaba inevitablemente sujeto a la degradación en que el
embrutecimiento entra a ocupar el lugar del raciocinio”.
Fuera de ello, y como dijera el transgresor
científico: “Sin embargo se mueve”. Nuevas inquietudes sociales, innovadoras
propuestas transformadoras brotan por doquier, anquilosadas modorras se
remueven al son de tambores y trompetas, murgas alegres sobresalen en
puebladas.
Cada pueblo tiene su tiempo y el escarmiento
llega a los impugnadores de ideales nobles. El mundo clama transformación
social y lo lograremos si estamos dispuestos.
Si debiéramos definir en una sola palabra la
esencia fundamental del cooperativismo en las sociedades, diríamos sin vacilación y prontamente: “transformador”.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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