Por José Yorg, el cooperario.
"¿Quiénes son los responsables
de estos hondos males? ¿A quién atribuir las desgracias y miserias que aquejan
a nuestro pueblo?". ("La Dinamita": Valparaíso. 1888).
http://www.blest.eu/biblio/ortiz/cap2.html.
“Quienes
creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero”.
Voltaire
Bajo la aclaratoria del Presidente de Bolivia, Evo Morales,
iniciamos estas modestas reflexiones a la luz de los valores y principios
cooperativos del Siglo XXI, y ellas dicen: “Vivir Bien no es lo mismo que vivir
mejor”.
Nos aclara fulminantemente el concepto. “El
Vivir Bien es
vivir en igualdad
y en justicia.
Donde no haya
ni explotados ni explotadores,
donde no haya
ni excluidos ni
quienes excluyan, donde no haya ni marginados ni marginadores. El Vivir
Bien es vivir en comunidad, en colectividad, en reciprocidad, en solidaridad,
y, especialmente, en complementariedad”.
“El Vivir Bien no es lo mismo que el vivir mejor, el vivir mejor que el otro. Porque para el vivir mejor, frente al prójimo, se hace necesario explotar,
se instala la competencia, se concentra la riqueza en pocas manos. Entonces se produce una profunda
competencia, unos quieren vivir mejor y
esto a cambio de que otros, las mayorías, vivan mal. Ahí hay una gran
diferencia, ya que el
Vivir Bien es
vivir en igualdad
de condiciones, vivir mejor es egoísmo, desinterés por los demás,
individualismo”.
Esta concepción ligada a la tierra, a la naturaleza, a la
armonía, a las culturas originarias y con proyección actualizada que están en
plena construcción y consolidación en Bolivia y Ecuador nos convoca y nos fascina.
Y nos convoca y fascina en razón a tanta corruptela y autoritarismo provenientes de quienes asumieron la responsabilidad pública de velar por el bienestar social y no lo hacen,
por el contrario, incrementan el infortunio de las gentes de carne y huesos.
¿Cómo es posible tanta resignación y adormilamiento de las
conciencias? ¿Qué trabajador, que maestro de escuelas, qué peón de estancias,
que empleado y servidor público puede
vivir bien con la pauperización del salario?
El sojuzgar de los
pueblos es una cuestión de ciencia y técnica aplicada.
Por tanto, la disputa social por conquistar el buen vivir se abre camino en el
campo cultural, concretamente en cada cabeza. Terreno tras terreno mental, en cada
conversación, en cada ocasión, y en los medios masivos de comunicación social.
A propósito de esto último leímos que José Martí dijo
alguna vez que “ser culto es el único
modo de ser
libre” Necesario es debatir de qué cultura hablamos, puesto que
la cultura europeizante nos hizo súbditos, y ahora la globalización económica
nos despoja de nuestras ciudadanías en complicidad con los cipayos locales.
Globalización económica, que por cierto, nos aísla y separa
con persistencia de nuestras culturas de buen vivir, pretendiendo instalarnos
la mentalidad de adaptación a la
miseria, a las recurrentes crisis, mientras del otro lado asumen el problema
que les acarrea la fabulosa acumulación dineraria.
Encontramos presencia y cultura jesuítico-guaraní en los
territorios que abarcan los países de Argentina, Paraguay, Brasil y Bolivia,
fundamentalmente. Es una cultura extraordinaria que implica una concepción
colectiva de producción y distribución de bienes, de absoluto respeto a la
naturaleza, a la comunidad y al individuo. Su lenguaje es rico y dulce.
El buen vivir es Tekó
porá.
Bartomeu Melià, jesuita,
doctorado de la Universidad de
Estrasburgo (Francia), gran conocedor de esta cultura nos alecciona: “Lo más resaltante del buen vivir es la
reciprocidad en el intercambio de bienes, que los guaraníes expresan con la
palabra jopói: manos abiertas uno para otro. Pero más importante que esa
circulación generalizada de bienes, no regida por deudas que deban ser pagadas
a sus tiempos ni en cantidades fijas, sino por el deseo de mostrarse generoso,
está la del jopói o reciprocidad de palabras. No puede haber tekó porã donde la palabra no circula con libertad
y sin recelo.
Jopoi y oñendivepá constituyen dos formas de asociación de
laboreo agrario, cuyas raíces se hunden en lo profundo de la cultura paraguaya
que aguarda su renacer.
La naturaleza y la especie humana enfrentan su mayor dilema
de supervivencia en razón al irracional y descontrolada mercantilización. En
medio de esa atropellada antihumana la concepción del buen vivir, del tekó porá
es una brisa alentadora. Así las cosas está claro que el vivir
bien como derecho es, inclaudicable.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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