miércoles, 30 de septiembre de 2009

“Todo está llamado a la cooperación” (Enrique Agilda)


(Cooperativismo Siglo XXI)

Por José Yorg, el cooperario

En su magnifico y siempre vigente libro “Cooperación, Doctrina de Armonía”, Enrique Agilda nos avisa que “Todo está llamado a la cooperación, todo incita a unirnos, todo señala que algo nos está aguardando para que nuestra existencia se realice en forma armónica”.

Pero pregunto enseguida inquieto ¡¿cómo es posible que todo esté llamado a la cooperación si la realidad nos expone con crueldad evidente que las penurias aumentan, que las hambrunas no se sacian y el desempleo se incrementa a medida que los campesinos se quedan sin tierra?!

Precisamente en ese sentido he leído las afirmaciones de la talentosa Milda Rivarola exponiendo en el evento "Dialogo y Consenso para el Desarrollo Económico y Social en Paraguay", organizado por la Fundación Feliciano Martínez con el apoyo de la Fundación Konrdad Adenauer, que “Si el 4% de los propietarios es dueño del 90% de las tierras rurales en Paraguay y la economía no genera puestos de trabajo a una velocidad capaz de absorber el número de excluidos en el campo por la concentración de tierras en pocas manos qué hacemos con los pobres que el sistema genera y que apuntan a miserables: El Estado los debe subvencionar.”

Esta realidad descripta, amen de ser pérfida, es la evidencia más concreta que, en juicio justo, racional y con bases científicas económicas, sociales y políticas se concluye inequívocamente en una sentencia firme contra una estructura dirigida a establecer por siempre la injusticia.

¿Cómo, sino es a través de un proceso profundo de transformación de la tenencia de la tierra, será posible construir una Patria desarrollada que requiere previamente a ello el desprendimiento de las profundas causas que la engendran?

Ya lo he manifestado públicamente en ocasión de mi discrepancia pública con el Dr. Roberto Mangabeira Unger-catedrático brasileño en los Estados Unidos- y lo replico aquí y ahora mismo por considerarlo pertinente en cuanto a las trabas del desarrollo que él no denuncia: las razones científicas e ideológicas de una verdadera camisa de fuerza a la vitalidad emprendedora y creativa como las define, cual es la dependencia que sufre toda America Latina que la hacen estancadas económica, social y políticamente porque existe una relación de subordinación con las naciones más desarrolladas y por tanto debe romperse, puesto que impiden ese despegue tan necesario, y esto es lo que no dice Mangabeira Unger.

Así que podemos también polemizar y conciliar con la interesante Milda Rivarola cuando propone que el Estado debe subvencionar a los pobres, pero nos apresuramos a afirmar con toda vehemencia que debe ser una medida paliativa y transitoria.

Sostengo que menester encarar una vigorosa arquitectura de la producción con base cooperativa. Es lo que nos revela esa realidad, y lo más maravilloso es que contamos con un tiempo, breve pero lo contamos, antes de que el desborde natural de esa realidad encause su vitalidad transformadora con métodos económico-sociales y políticos no convencionales.

Agilda nos reeduca expresando que el sentido moral de la cooperación radica en la educación que el cooperativista va alcanzando, educación que le permitirá saber que, por mucho que posea el individuo, no podrá ser feliz mientras haya otros individuos que padezcan miseria o sufrimientos provenientes de la injusticia social”.

Se podrá alegar en contraste a lo que consigno que muchas de las cooperativas existentes no muestran esas virtudes que apunto y entonces, tal vez se intente impugnar mi propuesta cooperativa a partir de ello. Bien, interrogo ante esa pretensión: ¿qué Doctrina o Movimiento social o religioso no está expuesto a malformaciones en el ambiento capitalista cuya esencia consiste en mercantilizar todo?

El cooperativismo, al igual que otras formulaciones doctrinales, es susceptible de malformaciones pese a sus valores y principios definidos, puesto que la mentalidad y costumbres mezquinas muy arraigadas en sociedades del sálvese quien pueda afectan sobre cada quien, incapacitándoles para sus propios potencialidades humanas.

Son muchas en realidad las amenazas que pesan sobre la cooperación, la falta de conciencia cooperativa, es la más negativa.

Sin embargo y felizmente, las experiencias guaranítica- jesuítica en el sentido colectivo son muy fuertes y no debemos sorprendernos que renazcan con fuerza para ayudarnos a corregir esos males que gravitan negativamente en nuestros pueblos latinoamericanos.

Esos males tienen que ver con un saber que develan las profundas causas de los orígenes de la desigualdad sociales, cuales son los aspectos negativos que impiden el desarrollo, y en razón de ese conocimiento procura propender a los remedios que curen esa malformación hereditaria económica que tiene su correlato en una sociedad exenta de solidaridad efectiva con sus débiles.

Lo que planteo con mis modestos ensayos es tratar, precisamente, de inducir el debate y la discusión para remover esas viejas y podridas formas de administrar la cosa pública desde un Estado desfasado, reencausándolo hacia una armonía social y económica y lo hago en un tono más fuerte del que se está acostumbrado a declamar en el Movimiento Cooperativo Latinoamericano y en virtud a esto, observadores han calificado de Cooperativismo Siglo XXI lo que propugno. Quizás tengan razón.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

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