sábado, 17 de octubre de 2009

El docente rural y el cooperativismo


Por José Yorg, el cooperario

"La educación rural es la modalidad del sistema educativo de los niveles de educación nacional, primaria y secundaria destinada a garantizar el cumplimiento de la escolaridad obligatoria a través de formas adecuadas a las necesidades y particularidades de la población que habita en zonas rurales" nos define el artículo N° 49 de la Ley de Educación Nacional.

Centremos nuestra atención pues en esas cuestiones que bien resalta el articulo N° 49 de la mencionada Ley, tal como lo especifica, aludiendo “cumplimiento de la escolaridad obligatoria a través de formas adecuadas a las necesidades y particularidades de la población que habita en zonas rurales". Bien, pero, ¿cuál es esa forma adecuada?

Es en este punto donde se inicia lo controversial de la temática, pues muchos opinan sin conocer la realidad rural y otros muchos ni siquiera tienen idea de lo que se trata y siguen pautas francamente perimidas. Felizmente existen expertos en la materia y como son muchos no los nombraremos, pero sí tendremos muy en cuenta sus valiosos aportes.

Al hablar de educación rural debemos delimitar el sector específico de ese ámbito, pues en lo rural encontramos familias de pequeños, medianos, y grandes productores, como así mismo, sin tierras y aborígenes.

El sector gran productor envía a sus hijos a centros de gran desarrollo educativo, por tanto, no es foco de nuestra atención.

Orientamos nuestro enfoque hacia los comprendidos como pequeños, medianos, sin tierra y aborígenes como centro de nuestra preocupación y ocupación educativa y continuamos con la segunda pregunta direccionadora: ¿Que tipo de educación necesitan?

Polan Lackí, ingeniero agrónomo brasileño que-entre otras cosas- trabajó 23 años con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), nos plantea sin más que “los agricultores busquen soluciones duraderas y definitivas; exigiendo de sus gobiernos una educación útil y emancipadora, cuyos contenidos curriculares sean utilizables/aplicables por ellos mismos en la solución de sus problemas cotidianos. Una educación útil en el sentido de que les proporcione los conocimientos, las aptitudes, las habilidades y hasta los valores y las actitudes, que son necesarios para que ellos quieran, sepan y puedan corregir sus ineficiencias”.

Desde Chile, Carlos Thomas Winter y Roberto Hernández Aracena (El rol del profesor en la educación rural chilena-2005) nos señalan que “La educación rural ha sido incapaz de comprender las nuevas realidades rurales e incorporarlas a sus currículum, a fin de capacitar a los educandos ante los requerimientos de la nueva ruralidad. Se puede afirmar que la educación rural está “haciendo agua” ante los embates de la globalización A esto se suma el hecho que la dinámica de la globalización y el funcionamiento interno del sistema educativo no permite crear espacios de reflexión para poder enmendar rumbos hacia una educación renovadora y comprometida con los procesos de endodesarrollo de las poblaciones locales”.

Paulo Freire, el educador brasileño quien estudió letras y se doctoró en 1959 en Filosofía e Historia de la Educación con la tesis 'Educación y actualidad brasileña', en la que se sientan las bases de su método, según el cual todo proceso educativo debe partir de la realidad que rodea a cada individuo.

Nosotros también adherimos a que la educación debe partir de la realidad y lo hacemos desde la concepción del cooperativismo, ya que sus fundadores observaron tal y cual se le presentaba la sociedad inglesa del siglo XIX y concluyeron negativamente porque esas condiciones eran a todas luces nefastas para el hombre que labora.

Por nuestra parte, nuestra experiencia educativa en las campiñas formoseñas nos educó que el niño/a y joven campesino/a requiere de una enseñanza que signifique la apropiación de herramientas conceptuales teórico-prácticas sencillas que le faciliten descubrir las trabas del desarrollo rural.

Buscando una alternativa educativa que respondiera a tal necesidad, encontramos en el cooperativismo Educacional la respuesta pedagógica y didáctica más oportuna e imprescindible. ¿Por qué?

Porque-entre otros-la familia campesina encara una producción individualista y fragmentada, esta situación material conlleva tener una conducta individualista que se reproduce a su vez en los hijos. Esta condición familiar individualista lo coloca desde el punto de vista empresarial con deficiencias tecnológicas, de acumulación de capital productivo, en definitiva, en una posición de debilidad organizativa frente a los acopiadores quienes le fijan el precio de su producción anual, frecuentemente de manera desventajosa para sus intereses.

La educación común no tiene respuesta para superar esta situación de perpetua inferioridad organizativa, económico social, proveniente, precisamente del modo de producción individualista, al contrario, la consolida porque es ajena a esa realidad que requiere cambios.

El conocimiento educativo rural nos llevó a reflexionar y analizar críticamente la realidad del educando rural, buscando decididamente corregir o cuanto menos contribuir a disminuir los efectos negativos del individualismo campesino que actúa en su desmedro.

El problema de la propiedad privada rural es cada vez más incierto, imponiéndose en consecuencia la búsqueda y encuentro y otros tipos de propiedad que contenga a las familias campesinas, evitando situaciones de explosión social.

El Cooperativismo Educacional posee los atributos pedagógicos y didácticos mediante los cuales el proceso enseñanza aprendizaje puede trasformar percepciones, actitudes y valores que conmuevan la relación de producción individualista del campesinado, llevándolo a un estadio superior: la producción cooperativa.

El rol del docente rural, interpuesto de conocimientos pedagógicos y didácticos del cooperativismo adquiere, entonces, una significativa palanca en el medio rural para la transformación productiva- organizativa en la construcción de una nación agroindustrial con justicia social, para lo cual, las cooperativas agropecuarias siguen siendo la mejor opción, sin dudas.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

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