Derrumbar todo lo arcaico

*Por José Yorg, el cooperario

“Con la mayoría de la gente rica, el placer de los ricos consiste en el desfile de la riqueza, el cual a sus ojos nunca es tan completo como cuando demuestran poseer esas marcas decisivas de la opulencia que nadie puede poseer salvo ellos”. (ADAM SMITH- Economista y filósofo escocés, fundador de la economía política y del liberalismo económico)

Que a nadie sorprenda la frase que traigo para exponer mis ideas y menos del autor, pues las grandes verdades sólo la ocultan los mediocres y malévolos.

Ya hemos leído y analizado el resultado de la ultima contienda electoral como expresión supuestamente proveniente del pueblo, y digo bien, supuestamente, porque quien no posee los medios suficientes de subsistencia digna está despojada también de su capacidad de discernimiento. De ese resultado se espera cambios positivos.

Pudiéramos aprender de la naturaleza si quisiéramos aprender cosas positivas. La lluvia nos enseña que el agua regada en la tierra por ella busca su cause y si encuentra obstáculos, simplemente las desborda. El devenir de la vida de los pueblos pudiera ser también así, demorado, contenido en su avance, pero, ¿por cuanto tiempo?

Otra frase de Adam Smith pudiera orientarnos cuando afirmó “"No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados."¿Acaso la razón de lo afirmado radica en la benevolencia? Opino que no.

Se concede a Smith ser el padre del liberalismo, es decir del capitalismo, régimen bajo el cual vivimos y morimos, entonces pudiéramos afirmar que bajo el capitalismo la democracia no ha solucionado los grandes problemas cotidianos de las personas y lo que es peor aun, no se vislumbra-de seguir así las cosas- una mejoría.

La democracia representativa está podrida porque muchos políticos son corruptos, entonces deberíamos pujar por incorporar otra democracia que contenga lo esencial: la participación. Si se oponen deberíamos imitar al agua que busca su cause.

La conclusión es categórica: derrumbar todo lo arcaico y reorganizar la sociedad sobre bases equitativas y justicieras, ¡no queda otra mi amigo!

Robert Owen, (14 de mayo de 1771-17 de noviembre de 1858) el padre del cooperativismo, nos aporta, señalando que “Para que la reorganización de la sociedad beneficie a la raza humana tiene que ser completa en todas sus partes. Es necesario que las cosas viejas perezcan y todo se renueve”.

Cambio social y cooperativismo

En las cooperativas existe el mecanismo de revocación de mandato, disponible dispositivo en cuanto no satisfagan los directivos las necesidades de los asociados. Bueno sería incorporar este dispositivo en la vida política.

Algunos comprendemos la realidad por sufrir situaciones claramente devenidas de decisiones políticas discriminatorias como la soportada desde hace dieciocho años por los miembros de TECNICOOP, como define la sabiduría popular, estamos en el “friser,”congelados, demorados “sólo por pensar”.Así asumimos el doloroso realismo que vivimos en sociedades de desiguales bajo el espejismo de la democracia que es al final de cuentas “consumo de tontos”.

Esas desigualdades no nacen por arte de maldiciones de dioses enojados, nacen en virtud o defecto de preceptos liberales de la economía que concretan relaciones de injusticia social.

Entonces comprobamos que lo viejo se opone a lo nuevo, que lo malo se opone a lo bueno, que los privilegiados no ceden a la razón sino que sólo se persuaden ante la unidad del pueblo.

Los Pioneros de Rochdale en el siglo XIX conocieron al capitalismo industrial y extrajeron conclusiones definitorias a partir de los cuales fundaron y construyeron el andamiaje empresarial cooperativo basado en la distribución equitativa de los beneficios para impulsar a partir de ello el cambio social y entonces Robert Owen anunció:

“Es natural que se formule la siguiente pregunta: ¿Existen las condiciones materiales que exige el cambio? ¡Está pronta la sociedad! ¿Está dispuesta la población a abandonar el individualismo, la lucha entre intereses, la desunión entre la razón y el sentimiento y todas las malignas consecuencias subsiguientes, aceptando en cambio el principio de acuerdo entre el sentimiento y el interés? ¿O, en otras palabras, está el pueblo de este país, que sufre muchas desdichas debido a la desorganización actual, dispuesto a dar al mundo el ejemplo de una organización nueva, teórica y prácticamente justa y, por consiguiente completamente opuesta a la antigua”?

“La respuesta es que el mundo está preparado y lo está especialmente el imperio de la Gran Bretaña; preparación que se ha venido realizando en medio de los sufrimientos originados únicamente por la antigua organización social; sufrimientos insoportables y que ahora reclaman enérgicamente la inmediata transformación de las condiciones de toda la población industrial de la Gran Bretaña e Irlanda”.

¡He allí la célula madre de un cuerpo social diferente, ampliamente justo: la cooperación!
Las personas debemos ser escuchadas, valoradas en nuestra capacidad y talento, en fin, simplemente tenidas en cuenta en las decisiones que se toman porque afectan nuestras vidas, nuestro trabajo, nuestro porvenir.

Sí, señores, se pueden cambiar la forma de gobernar y hacer política si se presta atención que hay mejores maneras de hacer las cosas en beneficio de las mayorías, hoy postergadas y extenuadas.

La cooperación es la suelta del potencial de las personas de carne y hueso desde un método donde lo humano y la cordialidad social sean posibles y no un régimen donde un grupo pequeño de personas acapara los bienes a costa de nuestro sudor y sacrificio, como canta José Larralde “doblando el lomo pa’ que otro doble los bienes”.

La democracia no tiene porqué ser equivalente de ir a una urna cada dos años; debe encarnar, por el contrario, participación sin restricciones ni segregaciones, propugnar las decisiones políticas de forma consensuada, son a todas luces las mejores y racionales opciones para actuar en virtud a ellas.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!