domingo, 14 de junio de 2009

Asamblea Nacional Constituyente, compuertas abiertas para el desarrollo paraguayo



*Por José Yorg

“Cómo debemos mantener la paz interna; cómo debemos fomentar la pública prosperidad y el bienestar de todos los habitantes del Paraguay”.
Dr. Gaspar Rodríguez de Francia


Desde la asunción al gobierno de la Republica del Paraguay por parte de don Fernando Lugo se ha acelerado el ritmo de un proceso inevitable, cual es el de destrabar aquellas estructuras y legislación obsoletas a las necesarias transformaciones que claman por emerger.

Desde luego que el advenimiento del presente gobierno es la prueba más acabada de ese proceso en marcha de transformación, que ahora deviene como vehiculo y necesario impulsor.

Las sociedades son escenarios de muchas disputas en virtud a los diferentes intereses en pugna, y en esa circunstancia, el Estado republicano debe mediar acorde a derecho socialmente aceptados y cumplidos, pero es que el problema mayúsculo se presenta precisamente allí, ya que los reclamos de los campesinos sin tierra es un síntoma de que el cuerpo jurídico esta enfermo y desfasado, puesto que no garantiza un derecho constitucional a cada paraguayo de acceder a un pedazo de tierra.

Y no se trata sólo de cuestiones de ideologías y políticas, sino más precisamente de entender y comprender procesos económicos, que en el caso paraguayo, ya a todas luces, agotado, no va más, se finí. Claro que no va más… para la inmensa mayoría. ¿No es que la mayoría en democracia debe ser atendida y respetada?

El esquema productivo actual del paraguay está asentado en esquemas perimidos, obsoletos, feudal diríamos, puesto que el latifundio (aniquilado en los EE.UU. en el S. XIX) impide el propio desarrollo del capitalismo, por eso Paraguay es un país subdesarrollado.

Se trata de discernimiento económico, pero también de moral, justicia social y soberanía política.

La actual constitución, entonces deviene en una traba a los potentes torrentes de fuerzas productivas encerrados en sus contrapuestos articulados, no dejan que la renovación económica se produzca a partir de la incorporación de nuevos y vigorosos agentes productivos que aniquilarían el desempleo, la improductividad, el analfabetismo y la corruptela.

Son las necesidades las que marcan las decisiones a adoptar y ellas claman por decisiones de carácter innovador y acorde a la realidad económica-social, no tan solo del Paraguay, sino del mundo que marcha hacia otros modelos de desarrollo más incluyentes y equitativos.

Pero, debemos decirlo sin rodeos, el propio Lugo es una personalidad creada por las circunstancias históricas, es más, pudo haber sido otro, por tanto, si él no cumplimenta positivamente esa necesidad, otro lo hará, sin dudas.

La Republica del Paraguay es un pequeño país demorado económicamente, y mantenido en el retraso, pese a poseer recursos naturales y energéticos, por tanto, esa contradicción intolerable requiere para superarla de mecanismos acordes y no de ortodoxos lineamientos filosóficos ancados en privilegios que fosilizan desigualdades opresoras.

A los que así juzgan la vida, desde el privilegio y el mantenimiento de las desiguales, es menester recordarles que el hombre oprimido buscará siempre su redención mientras no se instaure una sociedad de iguales en derecho y oportunidades verdaderas y no ficticias.¿ QUÈ CLASE DE DEMOCRACIA ES ESTA QUE ACOTA Y ESTRANGULA LA POTENCIALIDAD PRODUCTIVA DEL PUEBLO? ¿NO ES ACASO QUE LA DEMOCRACIA ES EL GOBIERNO DEL PUEBLO POR EL PUEBLO Y PARA EL PUEBLO?

La constituyente nacional es una necesidad histórica irrefutable del pueblo, no resiste en su contra argumentos endebles y hasta risibles sino fueran por lo reaccionario y conservador que expresan intereses mezquinos y ciegos al legado de los prohombres que fundaron una Nación independiente, exactamente como afirmara el Karaì Guazú “El Paraguay no es patrimonio de España, ni provincia de Buenos Aires.

El Paraguay es independiente y república”.
Se trata también, y en suma utilidad, de perturbarse y discernir desde cómo nació el Paraguay como nación, de restañar sus heridas que sangran todavía, de continuar la construcción del Paraguay que quieren propios y ajenos.

Lo diverso y lo nuevo no debe asustar cuando existe el debate y el consenso es posible en la búsqueda de una Constitución que sea el reflejo de la equidad y la justicia social, tan necesarios para forjar un desarrollo que eleve el nivel de vida del paraguayo.

El Dr. Gaspar Rodríguez de Francia dotó al Paraguay de una ley fundante y sobre ella edificó una Nación vigorosa, respetada y admirada ante el mundo porque sentó las bases sólidas de un modelo de desarrollo económico-social equitativo y científico-tecnológico de primer nivel, aun no alcanzado hasta hoy por el propio Paraguay pese al transcurso del tiempo. La estrategia integracionista latinoamericana por él definida fue corroborada por los hechos históricos en irrefutable constatación.

Ese formidable legado interpela con impiedad y apresura en términos perentorios a realizar la obra fundacional de un nuevo tiempo que tiene mucho de redención social y económica ante el sufrimiento real de la inmensa mayoria.

En esa faena colectiva y sin exclusiones políticas, ideológicas, religiosas, etc., otros legados se asoman prestos: el jopoi y el oñondibepà, formas autóctonas de cooperativismo.

La reforma agraria debe ser con base cooperativa y que la pretendida Constitución debe contenerla expresamente por razones ya expuestas en otro artículo publicado, pero lo replico porque considero pertinente a partir de los siguientes interrogantes:

¿Qué expresan las movilizaciones campesinas en procura de la anhelada tierra?
¿Es concebible-desde la ciencia económica-un campesino sin tierra?
¿Social y políticamente analizado la cuestión, es viable un país con una creciente contradicción?

“La mejor política para controlar y eventualmente evitar las invasiones de tierra por parte de los campesinos, constituye el impulso a priorizar la Reforma Agraria con Base Cooperativa, asumiendo posturas prudentes en los primeros pasos para la organización campesina, facilitándoles un papel protagónico en ese proceso a través de recursos para la capacitación y el asesoramiento que aseguren rentabilidad y sustentabilidad”.

“Al plantear la Reforma Agraria con Base Cooperativa se parte desde un enfoque realista, moderno y prudente, toda vez que se reconoce la escasez del factor tierra para adjudicar la cantidad optima e individualmente a cada campesino, adosándole la ventaja empresarial que otorgará la cooperativa, tendiente a garantizar la necesaria rentabilidad y dignificación social y económica del labriego”.

“La Patria soñada será construida por hombres y mujeres imbuidos de conocimientos, valores y sentimientos que tengan que ver con ese pasado glorioso del Paraguay cuyo proceso agroindustrial fuera interrumpido por intereses mezquinos externos”.

“Esta posición proclamada por un cooperante con visión latinoamericanista, enfatiza en particular, el método de la práctica de la cooperativización voluntaria y gradual, ¡¡ jamás de manera impuesta!!”

¡La constituyente nacional es una necesidad histórica que puede y debe acopiar la participación más amplia y democrática jamás soñada y forjada al calor de lo nuevo y venturoso!

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!


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